Una introducción al problema de la traducción del psicoanálisis al castellano, por Sol Batista


Según Freud la palabra alemana Trieb es envidiada, admirada por muchas lenguas. Trieb se solía traducir como instinto, ahora se sabe que es más preciso el término pulsión, ya que no tiene nada que ver con instinto. Este último es un recorrido que va de un extremo al otro, un trieb es aquello que interrumpe ese recorrido. La diferencia entre los seres humanos y las otras especies es que ellas tienen tiempos precisos para cada actividad, para comer, copular, etcétera, son instintivas. Los humanos se alteran. Lacan anuda la lengua al trieb y propone una mejor traducción: deriva, tanto en inglés drive como en francés dérive. En el psicoanálisis, todos los hechos van a la deriva y su historia es aquello según cómo respondan las cosas. Esa es la manera de pensar en psicoanálisis. Toda la historia tomada como un saber ya constituido es puesta en cuestión. 

En el año 1964 Oscar Masotta da una conferencia que es determinante para su posterior recorrido, titulada: Jacques Lacan o el inconsciente en los fundamentos de la filosofía. Acá él marca su imposibilidad de articular el inconsciente freudiano a la filosofía. Dice que leer un texto de Lacan requiere un desciframiento de las jergas y tonos, advierte que es un estilo difícil pero no hermético. Masotta ya sabe que el estilo de cifrado necesario para entender los textos de Lacan es a través de un retorno a Freud. Es decir, que leer a Lacan implica necesariamente un retorno de Freud. Desde este momento, de algún modo, él sustituye la lectura de la filosofía por la lectura de Freud.

Lacan hace una operación de traducción de Freud a la cultura francesa. En ese mismo movimiento transforma el psicoanálisis. Él marca que el retorno a Freud es el retorno al sentido de Freud. Es decir, no dice en francés lo que Freud dice en alemán. Masotta realiza en Buenos Aires una intervención similar a la que hace Lacan en París. ¿Cuál es el sentido de Freud? Esa es la pregunta principal que orienta la transmisión del psicoanálisis en cada lengua. 

Preguntar de dónde vienen las cosas es una pregunta sobre el deseo del Otro que funda aquello por lo que se pregunta. En este sentido, se puede pensar que volver al sentido de Freud es volver al deseo de Freud. Al igual que los niños tienen una teoría sexual infantil en la que son traídos por la cigüeña, los psicoanalistas creían y siguen creyendo que el psicoanálisis viene de París, olvidando que la lengua de Freud era alemana. En este sentido se puede pensar que el problema es el deseo de Freud y lo que a Masotta le preocupa es cómo traducirlo. 

Es así que Oscar Masotta siendo uno de aquellos que la APA rechazaba, principalmente a los psicólogos y filósofos, tuvo que construir una audiencia. En 1969 a raíz del segundo congreso lacaniano se publica el primer número de los Cuadernos Sigmund Freud. Allí Masotta hace expresa –cita German García– la necesidad de armar un equipo, toma la acepción de congreso como: “…quiere decir (pero en serio y con poca retórica): esta reunión es tentativa y nosotros sabemos que Freud es difícil”. También proclama:

“Nuestro equipo no tiene otro objetivo inmediato que el estudio de la teoría psicoanalítica. Escandalizará tal vez la falta de experiencia clínica: no la ocultamos, pero en algunos de nosotros ya no existe, en otros es solo momentánea […] La experiencia clínica, se sabe, fundamenta todo derecho a hablar de psicoanálisis. Pero al revés: ningún llamado a lo serio de la clínica podría ocultar la ignorancia de las dificultades de la teoría» (Masotta ,1969).

A partir de la creación del grupo se publica la revista y la colección de Los Casos Sigmund Freud por la editorial Nueva Visión. Gracias a esto es que se difunde su nombre, a partir de lo que hacen. Las condiciones políticas del país colaboraron a esta forma de reunión, entre el vaciamiento de las universidades y el reglamento de la APA, Masotta creó grupos de lectura como dispositivos de inclusión permitiendo la entrada a cualquiera que lo solicite. De esta forma la lectura de Lacan se hizo pública. Como consecuencia de ello la editorial de México y Buenos Aires Nueva Visión traduce al castellano los escritos y enseñanzas de Lacan, en 1970 por primera vez Oscar Masotta escribe el prólogo de la primera versión.

En el prólogo Masotta recuerda que los analistas oficiales y los grupos que dicen poseer los emblemas de la práctica y la clínica psicoanalítica, ignoraron la tarea de traducción de Lacan al castellano. Un año antes, en 1969, da una conferencia que luego se publica en la Revista Argentina de la Psicología, allí profundiza sobre la problemática del psicoanálisis de esos años. Dice que se intenta transmitir una técnica y de formalizar una teoría de los cuales sus fundamentos y alcances ya nadie se pregunta. Y continúa enfatizando en que lo reprimido en este modo de transmisión es Freud.

En este sentido, Masotta introduce a Lacan en lengua castellana y por lo tanto, también un retorno de Freud en Argentina. De manera que se podría pensar a Masotta como un síntoma del retorno de lo reprimido –Freud– que, como todo síntoma, busca ser eliminado. Esto se constata en las Actas del encuentro con Lacan en Caracas, los nombres que figuran allí dicen mucho de los desplazamientos que se hicieron desde entonces. Los argentinos presentes en Caracas muestran cierto olvido de Oscar Masotta, congelaron su trabajo luego de su partida en 1974 a Barcelona sin tener en cuenta que, como dice German Garcia, Oscar Masotta hizo traducir y prologó el Seminario XI de Lacan para la editorial Barral, y que también tradujo con Gimeno-Grandi Radiofonía y Televisión para la editorial Anagrama.

En la carta 52 (1896) de su correspondencia con W.Fliess, S. Freud define la represión como una falla en la traducción. Es decir que se reprime cuando se transcribe, Voltaire dice sobre la traducción: “Mal hayan los hacedores de traducciones literales que, al traducir todas y cada una de las palabras, enervan su sentido”. Cabe subrayar aquí la expresión “enervan su sentido”, para ese entonces enervar significaba cortar los tendones. Una definición posible es quitar fuerzas. Precisamente en ese caso, es cuando se puede decir que la letra mata y el espíritu vivifica. Este es el punto que marca la diferencia fundamental entre la traducción y la transcripción. Cuando se traduce palabra por palabra se hace sin nervio, se mata el deseo. La traducción literal corta el nervio de la idiosincrasia, es decir el traductor debe preguntarse, ¿para qué? ¿en qué comunidad de lengua? ¿en qué momento histórico? ¿cuáles son las relaciones de producción a las que está dirigido el texto?

Oscar Masotta pescó esto rápidamente cuando decía que se transmite una técnica, ya que es un modo en que falla la traducción. Es por eso, que quienes la transmitían no fueron capaces de auspiciar la traducción de Lacan al castellano, esa operación supone una traición al deseo del que se traduce. El traductor debe saber leer lo que no está dicho. Debe saber leer el deseo del que escribe para no traducir literalmente, transcribir. El acto de la traducción supone una interpretación de los textos, esto no tiene que ver con el saber; tiene que ver con el cuerpo, es el hecho de dejarse interpretar. Ese trabajo implica una decisión por la elección de la palabra que prevalezca a otra del mismo significado, de este modo, el deseo del traductor también está implicado. 

Este punto plantea un problema en relación a la posibilidad de traducción del deseo. ¿Es posible traducir el deseo del otro? Toda traducción supone el encuentro con un punto intraducible que no se resuelve a través de la técnica, es el deseo. Este es intransferible solo es posible de realizar si se traduce a través del propio deseo del traductor. Se puede tener alguna orientación sobre el deseo, sin embargo, siempre ocupa el lugar de la incógnita. Ante ese punto intraducible que se encuentra el traductor responde con el nombre propio. Es decir, su deseo que no es sin el del autor. En este sentido se podría pensar que la traducción literal sería más bien un intento de transferencia, corta el nervio de lo dicho, es decir, dejan sin resonancia en la lengua justamente por no poner en juego el deseo del traductor. Por lo tanto, toda traducción supone una nueva creación. 

Freud en Psicología de las masas y análisis del yo (1921) dice que primero uno cede en las palabras y luego en las cosas. Es sabido que la palabra en psicoanálisis tiene un valor particular. Hablamos de la misma manera que vivimos y enfermamos. Es preciso estudiar los modos de hablar y de vivir para hacer una traducción. En el 2014 German García decía que saber quién tradujo qué y en qué año, enseña más de la política que las cosas que diga cada uno ya que la cultura argentina es una cultura de importación. Es decir que la pregunta por la traducción del psicoanálisis en nuestra lengua no es solamente una preocupación por la producción de saber en nuestro país, por una cuestión nacionalista, es una pregunta por el deseo con el que se vive en lengua castellana. Del mismo modo que Lacan al traducir el psicoanálisis alemán al francés hace una transformación del psicoanálisis a la cultura francesa, cuando exista una vasta traducción en castellano, se podrá pensar una transformación del psicoanálisis a la cultura rioplatense.

Cuando Lacan estuvo en Caracas en 1980 quería ver cómo los analistas han dado cuenta de las producciones inconscientes, de las producciones significantes en la lengua castellana. Aún hoy no hemos dado cuenta de eso.

En el año 2023 Carlos Quiroga y Juan Manuel Quiroga se propusieron, como parte del movimiento Psicoanálisis en Lengua Castellana –impulsado por Juan Manuel Quiroga y Santiago Ragonesi– bajo el auspicio del Centro de Lecturas, Debate y Transmisión, la tarea de rastrear cuáles son las traducciones posibles bajo el retorno de Freud en lengua castellana. Esta es una forma de interrogar la apropiación y producción de saber en Argentina.

En suma, Lacan realiza una operación de traducción de Freud a la lengua francesa. Durante sus seminarios anuales hace un trabajo de incorporación de Freud a dicha cultura. Oscar Masotta hace ese trabajo de traducción del psicoanálisis francés al castellano. Ninguno de los dos lo hace sin el retorno al sentido de Freud, es decir a su deseo. Es un buen ejemplo el citado al inicio de este trabajo sobre la palabra Trieb y la traducción que propone Lacan para este término. Propone una traducción más acorde al sentido que Freud proponía para la pulsión.

Toda traducción supone una nueva creación por la incorporación que implica este trabajo a cada cultura, la lengua es la forma de vivir y la forma de enfermar. Sin esta labor se pretende transmitir una técnica al estilo de una transcripción y eso supone una enervadura del sentido.

El retorno al deseo de Freud implica el problema al que todo traductor se enfrenta con un punto intraducible y responde ante esto con su nombre propio apoyándose en el nombre propio anterior. Es decir, hay mediaciones entre el deseo de Freud y el psicoanálisis que llega a La Argentina, entre esos hombres están Oscar Masotta, German García y Carlos Quiroga.


Sol Batista (Buenos Aires, 1995)

Practica el psicoanálisis, es miembro del Centro de Lecturas debate y transmisión, institución declarada sitio de interés por el Senado de la Nación por su tarea de investigación y difusión del psicoanálisis y su relación a otras disciplinas como el arte, la filosofía, y la literatura.
Integrante del movimiento Psicoanálisis en Lengua Castellana. Forma parte del Grupo Savoy en Rosario. Y del grupo Nietos de Masotta en Buenos Aires. Integra la comisión editorial de la Revista Pulpo.